Por Jesús Faría
Una de las principales tareas de la agenda política nacional consiste en la consolidación de la recuperación productiva del país. El crecimiento económico alcanzó el 15% el año 2022 y para este año se proyecta un nivel cercano al 10%, el más alto de América Latina. De este crecimiento dependen múltiples objetivos estratégicos de la revolución bolivariana, tales como: el bienestar de la población, la soberanía del país, la capacidad de defensa de la nación, la estabilidad social y política, entre otros. Por su parte, el ritmo y vitalidad de esta recuperación se encuentran condicionados por un conjunto de factores internos y externos, económicos y extraeconómicos, algunos de los cuales abordaremos brevemente a continuación.
El bloqueo económico y la recuperación productiva
No hay una sola variable económica, social y política del país que no haya sido violentamente impactada por el bloqueo impuesto por el gobierno estadounidense. La reducción del ingreso nacional, del ingreso de divisas y del ingreso fiscal se tradujo en una contracción brutal del aparato productivo, lo que se explica especialmente por el castigo sufrido por la industria petrolera nacional. El desplome de la actividad económica en tiempo de bloqueo fue superior al 50% del PIB.A partir del segundo semestre del 2021, la economía comienza su recuperación en medio del más intenso rigor de las sanciones neocoloniales, lo cual constituyó una derrota tremenda de la política de máxima presión de Washington.
A raíz de esa victoria popular, los EEUU se vieron obligados a establecer flexibilizaciones a las sanciones, lo que respondía a la falta de eficiencia de ese mecanismo de presión, pero también a las necesidades del gobierno de Biden en un año electoral. Estas flexibilizaciones fueron suprimidas al poco tiempo como resultado de la arrogancia de la política yanqui, lo que representa un “tiro en el pie” de su política exterior al propósito reeleccionista de Biden.
En todo caso, en los actuales momentos podemos asegurar que la recuperación económica ya no podrá ser detenida por las sanciones. Ciertamente, será más complejo el esfuerzo en esas condiciones. Ello incidirá en el ritmo del crecimiento, pero ya las sanciones no constituyen un factor capaz de detener la expansión productiva.
Aumento de la producción petrolera y el crecimiento económico
La variable petrolera es un factor determinante, como ningún otra, en el desarrollo de la coyuntura económica y, en general, de la situación del país. No es por casualidad que el sector más afectado por el bloque económico. En su recuperación, precisamente, descansa la principal fortaleza de la reanimación productiva nacional (algo absolutamente natural para una economía petrolera desde hace 100 años).
En los actuales momentos, la producción nacional ronda los 900 mil barriles diarios, nivel éste logrado con un enorme esfuerzo de los trabajadores petroleros y también con el aporte de capital y tecnología de empresas privadas nacionales y extranjeras, incorporadas por diversas vías a las actividades de producción y servicios.Esta recuperación ha sido lenta debido a las sanciones y en razón de que se trata de un sector muy intensivo en tecnología y en capital, factores escasos o ausentes en el país. Asimismo, impactó de manera negativa las inmundas corruptelas y acciones conspirativas de altos funcionarios de la industria.
En general, el ascenso productivo nacional, pese a la lenta recuperación petrolera, evidencia la muy positiva y progresiva diversificación de la producción nacional. Sin embargo, esto no significa que, con nuestro actual modelo económico de eminente carácter petrolero, podamos renunciar en lo inmediato a los recursos petroleros para generar un alto crecimiento económico y elevados niveles de bienestar social.
De tal manera que la tarea consiste en apalancar el proceso de diversificación productiva con crecientes recursos petroleros; fortalecer la industria petrolera en función de ir reduciendo, simultáneamente, nuestra dependencia de ella.
Estimular la inversión productiva
Elevar la inversión productiva pública y privada es el motor más potente para la recuperación productiva y la transformación económica nacional. Con la inversión se reactivan las capacidades ociosas, se renueva tecnológicamente el aparato productivo, se establece la principal base para elevar la productividad, se generan efectos multiplicadores hacia el resto de la economía, etc.
En los últimos tres años se ha producido una progresiva reanimación de la inversión privada, lo cual es especialmente resaltante, porque no obedece de manera directa ni única a la inyección de recursos petroleros a la economía.
Este desempeño de la inversión obedece a una mayor confianza del sector privado en el futuro de nuestra economía, a las expectativas que han mejorado de manera sustancial, a la creciente estabilidad macroeconómica y, muy especialmente, a la estabilidad política alcanzada a raíz de históricas victorias de la revolución bolivariana.
Se espera un mayor crecimiento de esta inversión con el mejoramiento del financiamiento crediticio (que seguirá mejorando con el restablecimiento de los equilibrios macroeconómicos) y con la recuperación petrolera. Sin embargo, este último factor es de mucho mayor peso para la inversión pública, que va dirigida a la construcción, vialidad y empresas básicas del Estado. De hecho, existe una dependencia directa y casi absoluta de ingresos petroleros y la inversión pública.
La relevancia de esta inversión para la nación radica en que los mayores efectos multiplicadores provienen del sector construcción y del petrolero (en nuestra economía), donde hay un especial protagonismo del Estado. Asimismo, las industrias más importantes del país están acopladas a las empresas básicas, que producen la materia prima para su procesamiento. De tal manera que el despliegue pleno de la inversión, en general, y de la inversión pública, en particular, se encuentran a la espera de un salto cualitativo de la producción petrolera.
Finalmente, en la variable de la inversión se refleja un principio básico de nuestro modelo de economía mixta, donde el sector privado genera riqueza en el marco de la política de un Estado, que es dirigido por una fuerza socialista y pone la totalidad del ingreso generado al servicio de la justicia social.
Presupuesto nacional y la lucha contra corruptelas y burocratismo
El presupuesto nacional es un instrumento de extraordinaria importancia para el desarrollo social y económico del país. Los ingresos ficales se traducen en obras públicas, programas sociales, inversiones productivas, estímulos a la producción, financiamiento, etc.
Esta es una variable con elevadísima dependencia de los ingresos petroleros. En condiciones normales estos son su principal fuente de recursos con más del 75% del ingresos total. En los momentos más difíciles del bloqueo, estos ingresos se desplomaron en más de un 90% durante la coyuntura más crítica.
Es imprescindible el fortalecimiento de este poderoso instrumento de política económica para el crecimiento de la economía y para moldear dicho crecimiento a los principios del programa revolucionario. En general, la revitalización de la inversión pública pasa por el aumento de la producción petrolera. Tanto la inversión en infraestructura, como en construcción, en las empresas e, incluso en lo social, son factores dinamizadores muy importantes de la producción nacional.
En tal sentido, es necesario agregar que la lucha contra las corruptelas y el burocratismo son cruciales en función de la maximización del rendimiento de los escasos recursos disponibles. Se rata de un punto estratégico en la revolución ética de la nación, pero que también tiene consecuencias importantísimas en lo productivo.
Reducción de la inflación, estabilidad cambiaria y financiamiento bancario.La inflación es un cáncer para cualquier economía. Desestabiliza la nación social y políticamente, empobrece a la población, ahuyenta la inversión, destruye la economía…
En el caso venezolano, la hiperinflación registrada entre los años años 2018 al 2020 y, en general, los altos niveles inflacionarios entre 2016 y 2023, obedecieron esencialmente a las durísimas consecuencias del bloqueo económico, que provocaron el desplome de los ingresos fiscales y de divisas del país.
Después de una inflación anualizada de 330 mil % entre marzo del 2018 a febrero del 2019, este año 2024 la inflación pudra cerra en alrededor de un 50%. Esto es determinante para la estabilidad macroeconómica que, a su vez, estimula la inversión y el crecimiento.Con la finalidad de concretar este resultado, la tasa de cambio es una variable clave. No es la única, pero es de gran peso. Cada ataque contra la moneda se traduce en aumento del dólar y alzas inflacionarias, por lo que la política antinflacionaria tiene que centrarse en la estabilidad cambiaria, tal como se ha establecido en los últimos años.
Acá los avances son notables y esto ha contribuido, por su parte, a la expansión progresiva del financiamiento bancario, pues para que crezca el crédito para la inversión y el consumo, deben existir condiciones que impidan que la expansión de la masa monetaria y la mayor demanda generadas por el incremento de la producción, impacten en el precio de la divisa y, por lo tanto, en la inflación. Esta relación macroeconómica fundamental tiende a estabilizarse notablemente, contribuyendo al crecimiento económico.
Elecciones presidenciales, estabilidad política y sus efectos en la economía.
La economía de cualquier país es muy sensible a la coyuntura política. La desestabilización política del país ocasionada por la violencia y terror impulsados desde Washington y ejecutado por la ultraderecha local a lo largo del periodo 2015-2021, tenía como propósito derrocar el gobierno del presidente Nicolas Maduro.Uno de los objetivos principales de ese plan perverso consistía en la desestabilización económica provocada por la conflictividad política. De acuerdo al cálculo, esto debería escalar a una profunda crisis económica y al colapso del país.
En la actual coyuntura electoral, el imperialismo y la ultraderecha disponen básicamente de un mecanismo para la presión y desestabilización nacional, que genere costos políticos-electorales al gobierno: el bloqueo económico.
Conscientes de que la economía es el flanco más débil del país en la defensa de su soberanía y de la paz, van a insistir con el bloqueo y combinan esa estrategia con los planes conspirativos de la oposición, que persiguen generar conflicto con la finalidad de alterar el orden interno y, con ello, perturbar gravemente el proceso de recuperación económica.
Este plan solo puede ser enfrentado con una gran ofensiva popular como la que estamos desarrollando desde hace cuatro años y que ahora enfilamos hacia la reelección de presidente Nicolás Maduro.
Ese gran despliegue de las masas populares, que descansa sobre la férrea unión cívico-militar, no solo apunta a la victoria electoral, sino a la creación de condiciones para proteger el crecimiento económico y, a partir de ahí, propulsar las potentes políticas sociales de la revolución bolivariana.